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Los familiares y amigos de la quinceañera, llegaron a la fiesta, después
de ir a la misa. Cuando la quinceañera entró en el salón, fue recibida
con
aplausos y aclamaciones. Llegó con un vestido de princesa y un ramillete
de
flores. Luego la jovencita bailó con 5 chicos que había escogido
previamente (podía
escoger 2 mínimo, 15 máximo), que forman su “cuadrilla” (que es el
conjunto de varones jóvenes que acompañan en el baile y en la
coreografía, a la quinceañera). Después de este
baile, la quinceañera recibió una corona, lo que la hace sentir como si
estuviese en un cuento de hadas. Sobre el escenario había una orquesta
tradicional y mariachis que animaron toda la fiesta y, muy
particularmente, el
momento del vals. Según esta tradición, la adolescente debe bailar con
su padre, así
como también con todos sus familiares varones, allegados y amigos,
mientras que su “cuadrilla” se ocupa
de bailar con las demás damas presentes. La quinceañera también tiene
que
ejecutar, junto con su cuadrilla, un espectáculo de baile, con
coreografías especialmente
seleccionadas, para las cuales se entrenan con bastante tiempo de
antelación, de manera constante y dedicada, con
el fin de ofrecer la representación más hermosa y asombrosa posible. En
ese momento
de la fiesta, la adolescente se cambia de vestimenta, para poder bailar
más
fácil y cómodamente.
Así, con el fin de simbolizar el paso de la niñez a la edad adulta, la quinceañera recibe de manos de una niñita, una muñeca, que será la última que tendrá en su vida de niña. Y allí representará una escena como si todavía aún estuviese en la infancia y juega con la muñeca, por última vez, durante algunos minutos.
A continuación, la quinceañera recibe de manos de su madre, un par de zapatos de tacones altos. Se sienta y se quita sus zapatos de niña, sin tacones (o planos) y se calza los zapatos de tacones altos, como símbolo de feminidad, pasando simbólicamente del estatus de jovencita adolescente a joven mujer.
La repartición del pastel también tiene un carácter simbólico, ya que la quinceañera toma su trozo de pastel y lo mordisquea como lo haría una niña pequeña, antes de distribuirles las partes restantes a las personas presentes.
La fiesta de quince años o de la “quinceañera”, entre los latinoamericanos, muy especialmente en México, es toda una tradición cargada de especial simbolismo.
Así, con el fin de simbolizar el paso de la niñez a la edad adulta, la quinceañera recibe de manos de una niñita, una muñeca, que será la última que tendrá en su vida de niña. Y allí representará una escena como si todavía aún estuviese en la infancia y juega con la muñeca, por última vez, durante algunos minutos.
A continuación, la quinceañera recibe de manos de su madre, un par de zapatos de tacones altos. Se sienta y se quita sus zapatos de niña, sin tacones (o planos) y se calza los zapatos de tacones altos, como símbolo de feminidad, pasando simbólicamente del estatus de jovencita adolescente a joven mujer.
La repartición del pastel también tiene un carácter simbólico, ya que la quinceañera toma su trozo de pastel y lo mordisquea como lo haría una niña pequeña, antes de distribuirles las partes restantes a las personas presentes.
La fiesta de quince años o de la “quinceañera”, entre los latinoamericanos, muy especialmente en México, es toda una tradición cargada de especial simbolismo.
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